Con gran pesar (mentira), les informo de que habiendo prácticamente agotado todas mis reservas de paciencia, mano izquierda, empatía, saber estar y sonrisas forzadas en mis primeros cuarenta años de vida, me veo forzada (mentira, básicamente no me da la gana) a restringir este tipo de reacciones y comportamientos por tiempo ilimitado.
Si se encuentra usted con una reacción poco propia de mi que considere alarmante, y se siente ofendid@, es en realidad su problema.
Me besas, y tus besos saben a mar en un día de tormenta. Oscuros y gélidos como la muerte me envuelven.
Pero yo me sacudo la ropa para acudir a tu encuentro y fundirme contigo en un abrazo, que duele como miles de cristales rompiéndose contra las rocas dónde siempre te espero.
Camino descalza y desnuda, porque camino sobre las aguas oscuras de tu alma, que es la mía.
Experiencia mínima: al menos diez años en puestos similares.
Buena conversación y capacidad de escucha.
Orientación a la efectividad y equilibro en la gestión calidad/tiempo.
Dominio del paquete (Office)
El candidato debe implicarse firmemente con «la compañía». A cambio ésta ofrece flexibilidad y libertad de horarios a la hora de realizar sus tareas.
Se valorará actitud pro activa y positiva.
Diseñará e implementará la estrategia a corto, medio y largo plazo en colaboración con «la compañía». El candidato se responsabilizará, además, de alcanzar los objetivos fijados, coordinando todas las áreas que la componen.
Asegura la calidad final del producto de acuerdo con las especificaciones.
Interesante política retributiva.
Las personas interesadas en participar en el proceso de selección pueden enviar su currículum y carta de presentación a evadesdeelparaiso@hotmail.com.
En mis tiempos había tiempo. Recuerdo bien que por ejemplo la higuera derramaba esparcimiento y una rosa nos duraba mucho más que cualquier empleo. Por otra parte las siestas se pedían prestadas a la muerte.
Quizás el tiempo era como las frutas, se regalaba a los vecinos después de verlo madurar. Se compartía en las veredas, entre abanicos y señores de sosegada camiseta, mientras parsimoniosamente iban escobas y venían amontonándolo como importante. Y la eternidad, sentadita en su silla de paja, porque sí.
Es que era siempre tan temprano y tan segura la abundancia, la inundación de treguas oportunas, que se guardaba el tiempo en los sombreros y un día se lo derrochaba todo en un solo saludo, saludando.
Uno viajaba en libro a todas partes y visitaba diferentes ocios: el de al lado, el de enfrente, el de las tías. No se había inventado el maleficio de la prisa, no. De ninguna manera. Los espejos esperaban de sobra que uno peinara su pausado pelo, que uno se terminara de encontrar.
El tiempo era un perfume y no venía nadie a medirlo ni guardarlo en cajas. Los trenes todo lo que hacían era aludirlo en los horarios.
Se podía llorar a gusto porque eran lentos los rincones, o quizás porque había aún macetas donde depositar una lágrima sin que las flores se opusieran. O porque la llovizna hablaba en un idioma sin resentimiento.
Todos usaban tiempo y lo perdíamos, cómplices de su lujosa concurrencia, y hasta el hastío era un modo de ser de los balcones que enternecía delicadamente.
Creo que todavía queda un poco de tiempo verdadero, pero lejos. Pero muy lejos, en algunos patios, refugiado en aljibes. Se queda todavía en niños solos que reinan sobre umbrales y en la lustrada majestad del gato. Supongo, ya no sé, nada sabemos.
Tiempo sin ser castigo. Yo llegué a conocerlo: está enterrado en lo más vivo de mi corazón.